El 1 de septiembre de 1923, un devastador terremoto seguido de incendios provocados por un tifón causó la muerte de más de 100.000 personas. La persecución desencadenada por falsas acusaciones condujo paralelamente a la matanza de miles de coreanos (y chinos). Hoy, en el Sol Naciente, ceremonias separadas conmemoran los hechos. 100 años después, se pide -hasta ahora en vano- justicia (y una disculpa).